9 nov 2006

El paseo a Girardot








Llegando de Bogotá el río Magdalena en Girardot es una invitación a seguir viajando. En realidad es un poco frustante porque uno no puede: no hay tiempo, no hay barcos...








Vista del puerto desde el puente del tren.











Cascarón del mismo edificio que, mientras lo tumban, funciona como parqueadero público.











Enorme acacia que recibe a los viajeros. Ese día le daba sombra a un grupo de militares, los únicos transeuntes.


















La antigua Bodega de la Compañía Nacional de Cafeteros que albergaba la mercancía antes de ser despachada por el río; ahora es la Bodega de Coca Cola con los árboles cortados para que quepan los camiones.























Estos refrescantes chorros de agua que salen desde el piso hacen parte de la nueva fuente en el parque de la Catedral. Lo divertido es su caracter retador que lo pone a uno a dudar entre la frescura mojada y el calor seco.

































Traté de cruzar el puente del tren en vano; uno de mis recuerdos de infancia es mi mamá a un lado del puente invitándome a pasar mientras yo corro de vuelta temerosa porque ya viene el tren y seguro el puente se va a caer.
El terror no era una condición de la infancia; en realidad sufro de vértigo. Fuí lo más lejos que pude para tomar la vista del puerto pero las rodillas me empezaron a temblar. La foto que me hizo falta fué la vista desde el puente parada en la mitad de la carrilera para ver a través de los huecos y a distancia el río y el paisaje. Queda pendiente.
























El puente hacia Flandes.

















El Valle del Magdalena promesa de achiras, avena helada, quesillo...

3 comentarios:

Javier Moreno dijo...

mmmmm... avena.

Anónimo dijo...

La avena helada del Espinal fue para mí un retorno a viajes de infancia. Es sencillamente perfecta.

Javier Moreno dijo...

Amen.