27 mar 2007

El abuelo Camilo

Hoy, oyendo la Tocata y fuga en re menor me acordé del abuelo Camilo. Hacía mucho tiempo no oía esa obra, y cuando Andrés la puso me llegó claramente un recuerdo muy lejano de la memoria: yo estoy con mi mamá en el segundo piso de la capilla de la Universidad Nacional. Por ahí está mi abuelo que me dice que me siente en el órgano; mis piernas no alcanzan a tocar los pedales del piso. Después doy vueltas y miro los tubos mientras el abuelo toca algunas piezas, esta Tocata y Fuga en re, con seguridad está entre esas. La historia de imágenes de mi familia está dividida en dos por la cámara digital: del abuelo Camilo al igual que de muchos familiares no tengo ninguna imagen en este computador. En todo caso es raro cómo una obra musical puede traer a la mente recuerdos lejanos de una forma tan clara.

De Piccole Virtú

Hay una cierta uniformidad monótona en el destino de los hombres. Nuestras existencias se desarrollan según leyes antiguas e inmutables, de acuerdo con su propio ritmo uniforme y antiguo. Los sueños no se hacen verdaderos y a penas vemos que se rompen, entendemos de un golpe que las alegrías mayores de la vida están fuera de la realidad. Tan pronto vemos nuestros sueños desechos, sufrimos con nostalgia por ese tiempo en el que hervían en nuestro interior. Nuestra suerte trascurre entonces en ese ir y venir entre esperanza y nostalgia.

Natalia Ginzburg, Inverno en Abruzzo, 1944

21 mar 2007

Notas de comida de San Petesburgo

La comida en Rusia evolucionó muy fuertemente atada a las clases sociales. De esto se puede dar cuenta uno sin profundizar mucho en la historia. Por ejemplo, los pasabocas que venden hoy en día en el café del teatro Mariinski tienen estilo neo barroco: pancitos blandos, con caviar de diferentes colores (pescados) y una fina filigrana de salsa alrededor.






















Este teatro fue construido en 1859 y su nombre es en honor a la Tsarina Maria Alexandrova; aunque es un edificio muy coherente para San Petersburgo en donde fácilmente se mezclan los estilos arquitectónicos es muy particular pues su exterior es neo--románico y su interior neo-barroco.






















En el intermedio se puede camina por las salas aledañas llenas de lámparas de cristal y espejos; la música de Tchaikovsky y de Stravinsky se funde perfectamente bien con el ambiente general y con el ballet, baile común entre la aristocracia francesa y rusa amantes por supuesto de estos estilos arquitectónicos.


















Por otro lado están los mercados que representan el gusto popular. Una de las formas que usaron tradicionalmente los pueblos de fuertes inviernos fue conservar la comida en encurtidos y sal ya que la miel era muy cara (los extravagantes dulces y las más simples conservas se hacían en las cortes... no eran para el pueblo). De hecho el famoso plato de pepinillos encurtidos con miel, que se comen a gusto con un trago de vodka -para mí-, no es más que el fruto de un momento de desesperación cuando no había nada más qué comer de postre. Aquí en el mercado de Sennaya Ploshchad, el barrio en donde vivía Dostoevsky se ven encurtidos de lo que uno quiera: carnes, verduras, mariscos... que usan para servir como Zakusky, una serie de platicos pequeños, de cosas encurtidas con ajo y vinagre un poco dulce, servidos como entrada a cualquier comida.





















Lo que si no aprendieron a hacer los rusos, de pronto solo porque no dejaron infiltrar nunca ningún peligroso libro de cocina gringo, son pancakes. En general son exageradamente grasosos, como si los fritaran, o tienen texturas extrañas como hechos con maizena (?). Estos eran de Blinnyy domik una casa de pancakes, la única que se salvó de la crítica, servidos con un paté de arenque, salmón, y caviar rojo. Ahí también comimos un pancake doblado en cuatro como un sobre relleno de una salsa muy simple y tradicional: champiñones salvajes cocinados con un poquito de aceite.


















Otro plato que si creo corresponde a una cocina más moderna fue la Pasta con caviar y crema. Yo la haría así:

Cocinaría la pasta... preferiblemente larga (spaghetti o taglierini)
Mientras tanto, calentaría un poquito de mantequilla (una cucharada) y cocinaría a fuego medio dos dientes de ajo picados pequeñitos. Una vez cocinados, le agregaría, digamos para media libra de pasta, dos tercios de taza de crema de leche, y tres cucharadas de vodka. Adobaría con sal y pimienta, siempre hirviendo a fuego medio bajo para que no se seque. Finalmente le agregaría dos cucharadas de hinojo fresco picado. Agregaría a esto la pasta para hacer que quedara bien untada, serviría y a cada plato le agregaría en el centro entre tres y cuatro cucharadas de caviar de salmón o de esturión y salpicaría con otra cucharada de hinojo fresco. Desafortunadamente no tengo foto de esta rica pasta.... (por ahora :) )


















De lo que sí tengo foto es des estos пельмени pelmeni, parientes lejanos de los ravioli que rellenan de carne molida o de champiñones. Yo comí así, en un caldo muy sabroso con hinojo, que es para los rusos como el cilantro para los colombianos. Pero también me comí otros (venían seis o siete en todo el plato) más grandes con una forma triangular rellenos de champiñones muy molidos como un paté, digamos, y servidos con una salsa muy sencilla de crema.


















Otro edificio barrroco, diseñado por Bartolomeo Rastrelli para el conde Sergey Stroganov es el Palacio Stroganov ubicado justo sobre Nevskiy Prospekt, la avenida principal de la ciudad. De allí sale la famosa receta de la carne Stroganov, que inventó su chef para alguna ocasión especial.
















El idiota
, restaurante llamado así en honor a la novela de Dostoievski queda en la orilla del Moyka, uno de los canales más bonitos de la ciudad. Allí me comí un Kissel (no alcancé a tomar la fotos porque estaba demasiado rico), postre típico que consiste en una sopa de frutos rojos, servida con helado y crema de leche. También allí comimos un delicioso borscht vegetariano con mucha zanahoria, remolacha y cebolla todo rallado en palitos, con un buen caldo y adobado, de nuevo, con hinojo; y otro plato muy rico: una ensalada que tenía lechuga, pepino, pimentón, pepinillos cortado todo en palitos de una pulgada por el ancho del pimentón, y una vinagreta sencilla de vinagre, aceite, y un poquito de azúcar.

20 mar 2007

El limite del hielo en el Báltico

Hoy estuve caminando por Suomenlinna y el viento, que estaba a menos cinco, me dio muy duro (hasta me comí yo sola un chocolate...). Sin embargo valió la pena la congelada.

La salida del puerto de Helsinki: la línea blanca es el hielo.


















La cabina del barco






















Una de mis islas en el camino

















Una entrada a la fortaleza en la isla principal












































Una de las casas suecas

















El perfil de unos cañones y sus óxidos...


















































Y lo mejor de todo: el límite en donde se está acabando el hielo en el mar.





17 mar 2007

Cuento






















Después ya no quiso saber nada de nada

















y se esperaban y no se encontraban

















y se buscaron y se buscaron
















y le dijo que se iba

















y que no la quería ver















y se fue

















y cuando la dejó era ya de noche
























y caminando se dio cuenta de que tenía el corazón gastado y viejo lleno de sueños lleno de rostros lejanos que ya no existían.















y ella enloqueció
















vuelve que te espero

































La frontera - prohibiciones

















Al cruzar la frontera entre Finlandia y Rusia lo primero que se siente es la presencia militar marcada que se impone con la apariencia fuerte de hombres y mujeres vestidos como en las películas de la época de la guerra fría. Es una frontera triste, de zonas encerradas con alambres de púas y con tierras que hasta la Guerra de invierno fueron parte de Finlandia. Es comprensible que estando a pocas horas de Rusia muy pocos finlandeses crucen esa frontera: a voz baja lo dicen siempre, ellos no quieren ese país, secreto que el mundo sabe y nadie puede oir.























Ante ese estado militar recordamos las historias de la gente que no podía salir de su país, del control sobre la vida cotidiana y la represión ideológica. La pregunta que nos hacíamos era si todavía vigilarán a los turistas como lo hicieron en épocas anteriores por ser supuestos espías. Y tuvimos mucho cuidado de no pasar los semáforos de peatones en rojo para no darle el gusto a los policías de ponernos un parte. Pero ante este letrero en la Fortaleza de San Pedro y San Pablo quedamos desconcertados porque no pudimos saber qué era en realidad lo que no podíamos hacer...


















Esta fue mi imagen favorita:

4 mar 2007

Los pescados de Vanha Kauppatori

Las fotos del puerto de Helsinki en 1890 me hacen pensar en una película vieja con personajes muy callados que parten por muchos meses a perderse en el Báltico dejando barcos colgados en las iglesias como ofrenda a San Nicolás para que los proteja de las tempestades y posibles naufragios. También me hacen pensar en amores difíciles, mujeres solitarias, y en la sorpresa que debía causar la llegada de algunos productos exóticos (posiblemente naranjas o limones de España equivalentes a las extrañas uchuvas, fraijoas y granadillas que traen ahora de Colombia). Ahí en el puerto está todavía Vanha Kauppatori, la plaza vieja de mercado en donde ahora se consiguen pescados muy frescos y preparaciones muy típicas de aquí. Hay muchos carpaccios de salmón (Lohi tartar) con diversas pimientas, rollos de salmón ahumado con queso crema, arenques encurtidos, truchas salmonadas... La tristeza es que yo soy "de montaña" y no de mar: hay muchos pescados de los que ni siquiera en español podría decir el nombre.