1 nov 2005

La memoria y el olvido

Algunas ideas del texto La memoria y el olvido de Marc Augé

Los pensamientos y las palabras:
Todos los días todos nosotros tenemos y comunicamos pensamientos que
se sacuden y se precipitan a las palabras que los cobijan, los protegen y los disimulan.
Se aprende a dudar de los pensamientos: hay algunos que muerden. (p.12) Hay que sacarlos del nido, anestesiarlos, observarlos, y seguirlos con la vista (...) para ver en qué dirección alzan vuelo, a qué otros pensamientos se unen y en qué palabras se refugian. (p.12)
Las palabras cobijan pensamientos, a veces incluso mas de uno. Para entreabrir una palabra lo mejor que se puede hacer es tratar de traducirla: este es un ejercicio dificil, ya que las palabras trazan fronteras distintas en todos los idiomas.
Algunas lenguas africanas usan la misma palabra para referirse a una sustancia material (como la sangre) y una capacidad psíquica, localizada en la cabeza. Esto implica problemas en el momento de traducir.
El etnocentrismo ha provocado problemas no tanto por malas traducciones como por malas interpretaciones (hechas a propósito).

Los amerindios conciben el sueño y la vigilia como una continuidad: en el sueño se prolongan las peripecias de la vigilia. Sólo seres muy fuertes y lúcidos son capaces de recordar sus vivencias nocturnas.
Los Mohaves: La experiencia de los sueños es la base de su universo,
que se dibuja en los rituales, comportamientos y palabras. (p.17)
Encerrarse en una cultura única es lo que produce ceguera. El conocimiento de otra cultura tiene el mérito de relativizar toda adhesión a una sóla cultura. (p.17)
Cuando una cultura relativiza a otra, haciéndo un "cambio de referencia" lo que está haciendo es un ejercicio anticulturalista que utiliza el poder que posee para desestabilizar a las demás.

La memoria y el olvido

Palabras enormes: olvido, memoria, recuerdo.
Palabras derivadas de las anteriores que son más bien deformaciones:
en la línea del olvido -perdón, indiferencia, negligencia; en la línea de la memoria -remordimiento, obsesión, rencor. Y otras dos más: vida y muerte, que son las más opuestas.
La memoria y el olvido guardan la misma relación que la vida y la muerte. (p.19)
La vida y la muerte se definen una con relación a la otra. Importancia del sacrificio en las religiones: la vida del uno necesita del sacrificio del otro.
Sobre la muerte: la muerte es el horizonte de la vida individual; uno siempre muere solo. La muerte vista como parte de la vida tiene sin embargo otro sentido:
se percibe como una definición de la vida misma, la vida entre dos muertes. (p.20) Lo mismo sucede con la memoria y el olvido. La definición de olvido como pérdida del recuerdo toma otro sentido en cuanto se percibe como un componente de la propia memoria. (p.20)
A menudo se relacionan el olvido y la muerte, y la vida con los recuerdos.
El presente está dividido
entre las incertidumbres del porvenir y las confusiones del recuerdo. (p.21)
La muerte está ante mí y debo recordar que un día moriré. Pero también la muerte se halla a veces tras de mí y
debo vivir el momento presente sin olvidar el pasado que habita en él. (p.21)
Ejemplo de sociedad africana en que los dioses
vudú se presentan como ancianos a los que deben hacerles regalos para que puedan sobrevivir en futuras encarnaciones.
Olvido: la pérdida del recuerdo (Diccionario Littré).
Lo que olvidamos no es la cosa en sí, los acontecimientos, sino
el recuerdo.
Recuerdo: es una impresión: la impresión que permanece en la memoria. (Impresión: es el efecto que los objetos exteriores provocan en los órganos de los sentidos.).
(p. 23)
Lo que olvidamos es un acontecimiento tratado. No lo olvidamos
todo, pero tampoco lo recordamos todo.
Recordar u olvidar es hacer una labor de jardinería, seleccionas, podar. Lo recuerdos son como las plantas: hay algunos que deben eliminarse rápidamente para ayudar al resto a desarrollarse y transformarse, a florecer. (p.23) Esas plantas florecen se han olvida de sí mismas y se han transformado.
Olvidamos y recordamos cosas específicas:
dime que olvidas y te diré quién eres. (p.24)
Los recuerdos aparecen y desaparecen, importunan la memoria, que no entendemos por completo.
¿Qué es una mala memoria?
Es una memoria engañosa que nos retiene en el presente y aleja el pasado demasiado próximo para darnos la ilusión de perspectiva, que proporciona vaguedad y profundidad a los recuerdos más recientes. (p.26)
La mala memoria se cultiva, se cuida y tiene como efecto corredor un velo de incertidumbre sobre el movimiento del tiempo:
si todo es antiguo ya nada lo es realmente . (p.26)
Lo que se recuerda es erosionado por el olvido: eso es lo que queda.
El olvido, en suma, es la fuerza viva de la memoria y el recuerdo es el producto de ésta. (p.28)
Cuál es la naturaleza de los recuerdos? Cuál es su calidad?
Los recuerdos infantiles tratamos de recuperarlos poniéndolos en un relato y siempre aparecen las versiones de otras personas que remodelan los nuestros.
¿Qué es un recuerdo? se pregunta Pontalis ¿Una realidad escondida en el desván de nuestra memoria y que puede resurgir intacta, en virtud de una impresión táctil o gustativa, como en el caso de Proust a partir de una palabra, de un azar, de un "hecho significante" como scede a veces en el tratamiento? O se trata de otra cosa? (p.29 -30)
Según Pontalis, todos nuestros recuerdos son pantallas, "sirven de pantallas a las huellas" que disimulan y contienen.
Lo que queda inscrito, dice Pontalis no es el recuerdo, sino las huellas, signos de ausencia. (p.30) Esas huellas están desligadas de todo relato posible o creible, se han desligado del recuerdo.

Pero, ¿qué es una huella mnética? Hay que pasar de la noción de huella a la noción de trazo,
trazado secreto, inconsciente, reprimido. (p.30)
Lo que se reprime no es el recuerdo sino las conexiones entre huellas y recuerdos.

Dice Augé que en este punto se llega con las preguntas a una nueva cuestión sobre la naturaleza del lugar en donde la pregunta no es ¿quién soy? sino ¿qué soy?
La pregunta que le interesa a Augé es sobre
el tiempo y como él mismo dice nuestra relación con el tiempo pasa necesariamente por el olvido. (p.33)
La etnología pone en evidencia ejemplos del olvido que se constituyen en
configuraciones del tiempo.


La vida como relato

La realidad y la ficción. El etnólogo puede estar tentado a pensar que los otros viven en una ficción que no comparte pero que hace objeto de su estudio. Esa supuesta ficción tiene relatos e historias que ya están articulados en signos, reglas y normas.
Mímesis I: para imitar o representar la acción hay que comprender previamente en qué consiste el actuar humano, su semántica, su realidad simbólica, su temporalidad. (p.37) La literatura continua el autor, sería siempre incomprensible si no viniese a configurar lo que ya posee una realidad en la acción humana. (Augé cita Mímesis II de Paul Ricoeur. (p.37))
Una cultura, un sistema simbólico, proporciona un
contexto de descripción para acciones particulares: los gestos, las actitudes, etc... se entienden de determinada manera. Lo simbólico permite que la acción sea legible. Se puede hablar de la acción misma como de cuasi-texto en la medida en que los signos mismos dan las claves para la interpretación. Y ese cuasi-texto es más parecido a un diccionario que a un texto. Las observaciones del etnólogo podrían ser un texto si se refieren a la cultura. Hay que pensar aquí la diferencia que hay entre, la sociedad, la cultura y los individuos.
La idea de las mímesis en Ricoeur:
Mímesis I: es, por así decirlo, una "automímesis", el conjunto de mediaciones simbólicas que hacen que la acción, en el interior de un mundo dado sea posible y pensable; mímesis II es el mundo de la plasmación de la intriga en el relato, de las "configuraciones narrativas" que reflejan el mundo en relatos históricos o en relatos de ficción; mímesis III es la interacción entre el mundo del texto y el mundo del oyente o del lector. (p.39)

Problema: la vida real que vivimos es un tejido de historias e intrigas, acontecimientos, que
nos narramos unos a otros con mayor o menor talento o convicción. (p. 39)
El paso de la
mímesis I a la mímesis II del relato literario se aplican también a la vida ya vivida que nos narramos constantemente.
Hablando de Ricoeur Augé se refiere a la diferencia entre el tiempo del relato y el tiempo de la vida, por un lado, y también a cómo la vida vivida se cuenta dentro de una
estructura prenarrativa de la experiencia temporal (p.41): nos referimos a lo que nos pasa de cierta manera....
Unilateralidad del etnólogo o el filósofo: definir que los otros seres viven una especie de ficción
en la cual intervienen una serie de personajes extraños: dioses, espíritus, hechiceros... (p.41) y mientras tanto nos definimos a nosotros mismos como observadores objetivos, sin darnos cuenta de que vivimos en nuestras propias ficciones. Por otro lado en la construcción de ese relato de la comunidad desaparecen las historias individuales, y se arma a partir de ciertas reglas formales.

La principal operación en la ficción individual y colectiva es el olvido. (p.41).
Modalidades del olvido, escenificaciones y actuaciones que configuran el tiempo de la vida (quienes está viviendo la vida se cuentan una especie de relato del tiempo al mismo tiempo que lo viven).
Ficción: resulta molesto pues puede enterse como una
configuración narrativa, como relato no verdadero y también porque cada vez más vivimos en un mundo invadido por las imágenes y la ficción, una ficción sin autor reconocible.
También se usa el término
ficción para la relación que cada persona tiene de realacionarse a través de la imágen con los demás, con la historia y con el mundo. (Esta sería la concepción de todo ficción). (p.43)
La primera ficción, antes que elaborar un relato imitando lo real es la que confiere forma temporal, diacrónica y dramática a la propia realidad.
El etnólogo tradicional no se sitúa en el mismo tiempo y el mismo plano del investigado.
Cuando el investigador y su informador comen juntos o están preocupados por una amenaza de tormenta, se inscriben en el mismo transcurso temporal y esta sincronía implica participación: participación en los alimentos, participación en las preocupaciones. (p.44-45)
El etnólogo ve a su informador como un
depositario de una memoria total y colectiva.
El informador
cree que proporciona al primero, con la ayuda de unos ancianos o de algunos especialistas, es, desde su punto de vista, la historia de su grupo (p.45), cree que proporciona un saber perenne con poder mientras el etnólogo ve "creencias" sín interrogarse sobre la acepción del término, sín explicitar jamás el malentendido. (p.45)
Cuando somos concientes de que todos vivimos ficciones cambia de sentido la ficción de los otros. En realidad es el punto de vista unilateral el que lleva a ver la realidad de los otros como ficción sin ver la propia de igual forma.

Con las preguntas que los demás plantean se toma conciencia de la
dimensión narrativa de toda existencia, la nuestra y la de los demás, y esa toma de conciencia me prohibe definitivamente asignarles un tiempo mítico o mágico esencialmente distinto al mío. (p.46)
La regla general es esta:
ninguna ficción individual es rigurosamente contemporánea de otra (cada cual tiene su pasado y sus esperas). (p.47)
Vivimos diferentes relatos simultáneamente y en cada uno desempeñamos un papel diferente. Aveces esos papeles nos inspiran el deseo de volverlos un texto, de escribir un diario. Esos relatos son
fruto de la memoria y el olvido, de un trabajo de composición y recomposición que refleja la tensión ejercida por la espera del futuro sobre la interpretación del pasado. (p.47)
A veces hacemos parte del relato de otros cuando se producen encuentros por ejemplo de relaciones afectivas de amor, celos, cólera, compasión...
Pero en general resulta del encuentro entre dos niveles distintos de relato por ejemplo la historia de un individuo puede verse inclinada hacia la muerte si es presa de la gran historia en una declaración de guerra. Entre el nivel íntimo y el nivel histórico hay niveles intermedios: las historias familiares, las historias profesionales, las noticias, los sucesos, la política, el deporte... (el triunfo de nuestro candidato, de nuestro equipo de fútbol, la princesa ha muerto... Cada acontecimiento se incerta en un relato que nos implica, porque constituye nuestra versión de los hechos, y porque ocupamos en él un lugar por muy íntimo o pasivo que sea. (p.48)
Estos relatos se pueden considerar como segmentos que se pueden ordenar porque se unen de alguna forma: segmentos de linaje (actividad social), de clanes (que se distinguen de otros clanes). Un relato puede iplicar a un sólo individuo por ejemplo una pasión vivida en soledad.
Cita Augé a Stendhal: !Qué le importa el vecino al hombre apasionado!
No hace más que percibir en la naturaleza la infedilidad de su amada y su propia desesperación! (p.49)
Cada persona vive su afición por algo, vive a la espera de algo (triunfos de campeonatos de deportes....)
El individuo puede no verse implicado: esas historias son como si me hablaran en chino.
O verse implicado ante una amenaza colectiva que puede elevar el nivel de identidad colectiva.
El individuo está implicado en relatos de modo individual y colectivo. En el relato siempre están presentes los otros de una u otra forma.
Comparando al etnólogo que escucha a un miembro que pertenece a un grupo extranjero, o a alguien escuchando a un "joven ejecutivo" hablando sobre sus relaciones con su jefe, etc... -lo cual es igual de dificil de entender, dice Augé: El observador registra "ficciones", "narraciones", que le resultan abiertamente extrañas pero en cuyas razones puede penetrar. (p. 53)

Cuando se registran relatos de otros, se participa en sus ficciones y esto tiene consecuencias en la vida del observador, en sus propias ficciones.
Todas las ficciones de unos y otros no pueden cohexistir sin configurarse unas con otras. En los procesos de colonización una de cuyas principales consecuencias es la producción de nuevos relatos, se cambian los relatos de los colonizados y de los colonizadores. Esto se puede ver claramente en la historia del arte y en particular de la música.

La dimensión narrativa de la existencia: relato entendido en el sentido más corriente del término.
La ficción es el modo de abandonar el mito: los griegos se aferraban cada vez más a su religión en la medida en que la percibían a través de sus obras como la epopeya, las tragedias... que ellos veían como ficciones.
El mito es una memoria colectiva que consolida al grupo. Los relatos de ficción se desprenden de la religión a veces incluso reproduciéndola. Por ejemplo los cuentos de hadas nos muestran las primeras disposiciones que adoptó el ser humano para disipar la pesadilla mítica. (Augé cita a W. Benjamin. p. 56)
El cuento es como una transformación, una mezcla de recuerdo y de olvido de la religión una cultura muere, una religión muere, y su contenido se transforma en cuento. (p.57), por que parece ser que el destino de toda religión es reproducirse siempre cambiando de naturaleza.
La religión cobra vida cuando conjura el mito mediante el relato. Esos relatos en el caso griego son las epopeyas, el cuento, las tragedias.
Los relatos íntimos con los que se identifican vidas individuales juegan el mismo papel que los relatos literarios de géneros particulares.

Cultos sincréticos: el mito se proyecta en el relato adaptándose al presente, a las circunstancias y exigencias de la actualidad. A la vez se refieren a un pasado remoto, a unas figuras míticas. Por ejemplo por medio de la posesión de alguien, hablando por su boca.

A manera de recuento:
-Paradoja de la religión: su desarrollo narrativo rechaza su origen mítico y vincula las formas literarias (Biblia) , con los relatos de la vivencia individual. La paradoja de la religión radica en la labor de duelo y olvido efectuado por el relato sobre el mito. (p.61)

- Han muerto los grandes relatos? habría que buscar su "cadáver".
Mitos del futuro: el progreso, la esperanza.
-Vidas-relatos y grandes relatos con pretensión universal.
Grandes relatos: comunismo, fascismo. Son distintos. El facista está desprovisto de memoria, no aprende nada, no olvida nada: vive en el presente perpetuo de sus obseciones.
Los comunistas evocan el pasado de su ilusión.
















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